En ciencias militares un importante principio para gestionar fuerzas desplegadas es evitar la sobrextensión, que significa no dispersar en demasía los medios al punto que dificulte el comando y exponga o agudice vulnerabilidades en más de un frente y aplica también en lo cuantitativo, cuando el número de personas a gestionar es muy grande arrecian dificultades. En tiempos napoleónicos con el pueblo en armas y cientos de miles de hombres en filas, surgieron los estados mayores como recurso de gestión. Decenas de ejemplos ilustran las derrotas de quienes vulneraron este principio y alguien quien mucho cuidó de él, Napoleón, cayó en Waterloo por pisar el mismo palo resbaladizo que marcó su fin.
En el Perú, el terrorismo intentó abarcar más territorio para evidenciar avances hacia su llamado “equilibrio estratégico”, cosechó sensaciones de crecimiento y omnipresencia entre sus mesnadas, pero en realidad el terrorismo se sobreextendía y sus gavillas escapaban más y más al control central (factor distintivo) y descoyuntados crecieron en violencia contra la población en su cadena de inicio al fin.
Este mismo principio puede aplicarse a la política y en particular a Fuerza Popular (FP), partido que cosechó una de las cifras más grandes de congresistas en la historia democrática del país. FP fue la agrupación donde recaló el fujimorismo en una metamorfosis iniciada con Cambio 90 y que pasó por varias agrupaciones, algunas solo estructuras de oportunidad eleccionaria. Finalmente, formalizaron un partido de alcance nacional desplegado como pocos, sumando partidarios y candidatos hasta lograr un récord de representación.
La numerosa representación congresal no tuvo su correlato en un liderazgo que exprese visión compartida o una agenda país que los una en torno a objetivos y no en lealtades, ni en los filtros que evite la puerta franca a impresentables que menoscabaron a la política y al país. A ello se puede sumar la falta de un pegamento ideológico más allá del reconocimiento a lo hecho por AFF. La diáspora entre acusaciones de traición, nada extraño tampoco en la política peruana, fue solo cuestión de tiempo.
La teoría y praxis demuestran que las organizaciones fuertes y duraderas tienen tres elementos fundamentales: recursos materiales y humanos, recursos conceptuales y fundamentalmente capacidad de gestión de lo anterior. Crecer sin aglutinar ese crecimiento semeja una hinchazón temporal que termina por desinflarse. En el caso en mención, más fue menos. La lección a aprender por los políticos que pretenden gobernar el Perú es apostar a que menos sea más o que eventualmente más, deba ser óptimamente gestionado. El fiasco es la alternativa y el Perú no es un tubo de ensayos.