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31 de diciembre de 2014

A propósito del MOVADEF

Al terrorismo hay que combatirlo en todos los frentes, en el campo o la ciudad.

Alguna vez tuve una diferencia con un distinguido Ministro de Defensa por afirmar lo anterior pues según él, combatirlo en la ciudad suponía riesgo para los ciudadanos. Luego nos daría la razón cuando se demostró en Huachocolpa (Tayacaja), que se podía combatir eficazmente al terrorismo aun armado, en poblados o ciudades, sin daños colaterales.

Acaba de suscitarse el poco feliz enfrentamiento verbal de un Ministro de Estado con un "abogado democrático", quien es parte del brazo legal y sigue la ruta del terrorista Abimael Guzmán. Las redes sociales fueron un gigantesco foro donde se discutieron la conveniencia o no de este pico a pico. Las opiniones fueron diversas.

No se puede negar el vehemente esfuerzo cotidiano del Ministro del Interior, liderando la esforzada tarea de frenar y combatir el crimen. Su despliegue de energías le supone largas jornadas en su propósito de darle tranquilidad a la sociedad y en ese esfuerzo no podemos ser sino solidarios. Sin embargo hay aspectos en los que difícilmente podemos concordar.

Confrontar a un terrorista o filoterrorista en los términos difundidos por la televisión y radio, es contraproducente. Claro, en términos psicológicos de percepciones, puede semejar que por fin aparece alguien haciéndole el pare al terrorismo, pero detrás de ello hay que considerar otros aspectos de fondo:

1. El terrorismo supérstite, necesita publicidad para demostrar a sus seguidores o potenciales seguidores, su vigencia y continuidad en el tiempo. En esta escena, ganó propaganda gratuita, ampliamente difundida que incluye demostración del "arte terrorista" que nadie conocía salvo reducidos segmentos del Movadef y allegados. Al parecer se habría llegado tarde.

2. El Movadef, busca ser un partido político y cuando el “abogado democrático”  Fajardo pecha al Ministro del Interior, consigue alguna suerte de estatus político, que le viene de perilla al terrorismo “doblecara” que intentó hace meses inscribirse como partido político, buscando reciclarse para continuar sus intentos captando ahora jóvenes que ni conocen y menos recuerdan el daño material y moral causado por esta secta.

3. El combate al terrorismo, tiene instrumentos profesionales por emplearse. La Dirección Contra el Terrorismo (DIRCOTE) de la PNP, ha dado muestras solventes de profesionalismo ayer, hoy, aquí y en el Vraem. Confiemos estas tareas a los profesionales que mejor lo pueden hacer. Hay un dicho recurrente en la administración "cuando el jefe le hace el trabajo al subordinado, no solo lo inhibe, sino que confirma que alguien excede."

4. Es la Dircote quien debe hacer el seguimiento estrecho de las actividades del brazo legal del terrorismo y coordinar con INPE y otros estamentos de la justicia vinculados a los detenidos por terrorismo y responsables de las facilidades que se les concede para hacer exposiciones públicas que recién las descubrimos el último día de su presentación. Hay pues, una red impune que soslaya o apoya este tipo de acciones y ella debe ser puesta al descubierto. Nadie mejor que Dircote.

5. Desde la publicación de las conclusiones de la Comisión de la Verdad, militares y policías luchamos para evitar que organismos diversos, coloquen a la Fuerzas del Orden en el mismo nivel de los terroristas, particularmente cuando se manifiesta de manera reduccionista e interesada, que el problema fue uno entre militares y policías, contra terroristas. Si SL le declaro “su guerra” al estado peruano, fue la sociedad quien empleo a sus fuerzas armadas y policía nacional para defenderse, hacer prevalecer  el estado derecho para seguir viviendo en democracia. Por ello mal hacemos al ponernos en el mismo nivel de los terroristas y quizá sin quererlo, validar sus posturas nefastas. Es injusto igualarse luego de dar todo lo que dimos para sustraer al Perú de la desolación del millón de muertos que el terrorismo especulaba para lograr sus propósitos.

Nos cansamos de repetir que este es un problema multidimensional y multisectorial, sin embargo nadie del alto nivel estatal hace el intento por integrar los esfuerzos de la lucha en amplio frente que involucre varios sectores. La necesidad de integrar y sincronizar esfuerzos en los diferentes sectores como Educación, Relaciones Exteriores, Defensa u organismos como la Unidad de Inteligencia Financiera, demanda esfuerzos de nivel estratégico y constituyen un gran desafío. He ahí un trabajo para el Sr Ministro del interior.

O propulsar la lucha política que sigue vacua y constituye uno de los principales problemas de esta etapa del combate al terrorismo. En las recientes elecciones en el Vraem, ninguna agrupación política significativa y formal, ha tenido presencia y por lo tanto políticamente se han cedido espacios a grupos locales fuertemente vinculados al narcoterrorismo. La lucha política es inexistente y por ello, exterroristas confesos han ganado elecciones en algunas circunscripciones y algunos de ellos ya dieron muestras de su verdadera vena, al ser denunciados por corrupción rampante y un cinismo a prueba de balas.

Esta etapa es crucial y la voz la tienen no solo las Fuerzas Armadas y Policía Nacional. Parte fundamental está en manos de la política. Lamentablemente los partidos políticos se han convertido en verdaderas entelequias, interesados solo en la captura del poder por el poder. La diferencia con SL es que lo hacen pacíficamente pero sobre un mar de dinero, no importa de donde venga, como prólogo de más corrupción

Finalmente, es el Congreso quien debe legislar los vacíos que impune y sibilinamente aprovechan quienes pretenden impulsar el sanguinario “pensamiento Gonzalo que no es otra cosa que la ideologización de la violencia En el siglo XXI no hay tiempo ni espacio para el totalitarismo, menos si se pretende un millón de muertos para transitar a una supuesta “nueva democracia”. Acabemos con el terrorismo pero no intuitivamente, sino con las herramientas existentes y aquellas que se demanden. Pero, no cederles ni concederles nada.