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2 de junio de 2015

Unasur en Perspectiva

El ex Comandante General del Ejército analiza la cumbre del Consejo de Defensa Sudamericano, que reunió en Lima a 12 ministros de Defensa de la región, la semana pasada, y que concluyó con la aprobación de un ‘Plan de Acción’ que propone ‘transparentar’ las compras militares en Sudamérica. Guibovich se pregunta si la homologación del gasto militar tiene sentido en una región con países armados hasta los dientes y otros con las botas raídas.


Henry Kissinger, en un ejercicio de geopolítica acertada, decía que América del Sur se movería en la dirección que lo haga Brasil, a partir del enorme peso específico de un país de más de 8 millones de kilómetros cuadrados, que limita con todos las naciones de la región, excepto Chile y Ecuador. 
La influencia que este país-continente ejerce en la región es natural.
América del Sur tiene un enorme potencial. Veamos por qué: 
- Posee 17’800,000 kilómetros cuadrados, superando a la Federación Rusa.

- Tiene casi 400 millones de habitantes, una cifra mayor a la de EE.UU.
- Es fuente del 27% del agua dulce del planeta y tiene una inmensa reserva forestal. 
- Se ubica entre dos océanos, los más importantes del mundo, Pacífico y Atlántico, y posee hidrocarburos cuando menos para los próximos 100 años. 
- Tiene 2 idiomas predominantes y a su vez fáciles de entenderse mutuamente, como parte de una cultura próxima en valores e historia. 
- El PBI de Sudamérica bordea los US$ 2’400,000 millones de dólares. Una región nada desdeñable desde donde se le mire.

LA INTEGRACIÓN MILITAR

La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en sus inicios, fue concebida como una aspiración de corte económico. Hasta que en la Cumbre Suramericano del año 2004, en el Cusco, empezó a fortalecerse la idea de una integración mayor. Luego de muchas discusiones, en mayo del 2008, en Brasilia, se concretaron 21 objetivos específicos y la determinación de construir una identidad y ciudadanía sudamericana integrada en lo político, económico, social, cultural, ambiental, energético y de infraestructura. Hasta entonces no se hablaba de una integración militar, aunque sí de una cultura de paz. Más tarde, en marzo de 2009, en base a la propuesta del entonces presidente brasileño Ignacio ‘Lula’ Da Silva, nace el Consejo de Defensa Suramericano (CDS). Fue durante el Consejo Extraordinario de estados miembros de Unasur en Santiago de Chile.  
Los objetivos establecidos en su carta de nacimiento son tres: a) consolidar Suramérica como una zona de paz, base para la estabilidad democrática y el desarrollo integral de nuestros pueblos, y como contribución a la paz mundial. b) Construir una identidad suramericana en materia de defensa, que tome en cuenta las características subregionales y nacionales y que contribuya al fortalecimiento de la unidad. c) Generar consensos para fortalecer la cooperación regional en materia de defensa. 
Loables y ambiciosos los objetivos. Se hizo la salvedad de que no es una alianza militar sino un Consejo que busca la seguridad cooperativa y no colectiva. De ahí a convertirse en una alianza será cuestión de tiempo, si la percepción predominante es que existen amenazas cada vez más comunes.

HOMOLOGACIÓN DE GASTOS

Está en el recuerdo el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), una creación americana de 1947, anterior a la propia OTAN que establecía “… un ataque armado por cualquier estado contra un estado americano, será considerado como un ataque contra todos los estados americanos…”. El tratado fue invocado en numerosas oportunidades sin ningún resultado. El caso más emblemático fue el de Las Malvinas, cuando EE.UU. prefirió adherir a sus compromisos con la OTAN y renunció a cumplir el TIAR. 
Otros países que pudieron hacerlo se pusieron de perfil y alguno colaboró pero en sentido inverso. Sin embargo, a raíz del ataque terrorista del 11 de setiembre, en Nueva York, nuevamente se invocó al tratado.

Cual fuere su destino, no podemos olvidar los antecedentes del TIAR, que solo sirvió para que Costa Rica disuelva sus Fuerzas Armadas en un acto extremo de buena fe. Se habla por estos días de homologación de gastos militares y suena interesante. Sin embargo habría que preguntarse: ¿Cuál es el punto de partida, si tenemos en la región países armados hasta los dientes y otros con las botas raídas? 

Si no se consideran las asimetrías actuales, homologar gastos será solo un ejercicio de buenos propósitos. Además, deben considerarse temas pendientes de solución entre países limítrofes, que no son pocos: las aspiraciones bolivianas de salida al mar; las diferencias ideológicas entre muchos países que, de manera indirecta, generan inestabilidad en otros; las diferencias culturales al interior de cada país y entre países; la escasez de recursos energéticos y de agua. Y muy especialmente, el rol hegemónico buscado de manera incesante en un mundo cada vez más pequeño y multilateral, que lo hace mucho más incierto.

Está en camino el Consejo Social Suramericano. En ese contexto habrá que ver el rol de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que alguna vez se sugirió debería tener una fuerza militar. El camino no es llano en una región extremadamente rica como diversa. Es una apuesta catalizar la integración de América del Sur. Veamos cómo se elabora. ( Por: Otto Guibovich Arteaga (*)
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* General de División EP (r), fue Comandante General del Ejército entre el 2008 y el 2010.