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16 de octubre de 2019

Las dictaduras de peluche


El mundo democrático suele ser acechado por dictaduras y la historia es fecunda en hechos. Hay famosos dictadores brutales como Stalin, Hitler, Mao, Castro, Chávez, Maduro y otros de daño medio pero dictadores al fin.

Pedro Aja Castaño es un colombiano que teorizó sobre las “dictaduras de peluche”. Aquellas que arriban al poder democráticamente y suavecito capturan el poder absoluto con apoyo popular trabajado que los legitima. Así llegaron Chávez, Ortega y otros dictadorzuelos perennizados vía cooptación de los poderes de sus Estados.

Un artículo ilustrativo de Aja define la “dictadura de peluche”, donde la fuerza puede no ser necesaria para la captura del poder absoluto que lo expresa en diez mandamientos, que sintetizo a continuación:

1. Uso del voto popular. Inicialmente los autócratas llegan al poder a través de elecciones transparentes como Hugo Chávez, Erdogán en Turquía u Ortega en Nicaragua. Una vez en el poder construyen su maquinaria de apoyo popular.

2. Equilibrar democracia y autoridad. Combinando instituciones democráticas con control social, hostigamiento y detenciones políticas ocasionales e intentos de “vacunar” a la prensa.

3. Publicidad y mercadeo. Los elevados “ratings” de aprobación mediante encuestas es un camino más rentable que el uso de la fuerza para cambiar la constitución mediante referéndum y cooptar instituciones.

4. Cambiada la constitución, la propaganda y censura son útiles así como los trucos informativos para inflar su aprobación y convencer de la superioridad sobre la oposición.

5. Odio y resentimiento. Se fabrican críticas amorfas e inmorales anti-lo que se les ocurra (sic).

6. Propaganda, censura y chantaje. Si la economía va bien buscan cooptar a sus críticos con recompensas materiales. Si la economía no marcha, usan la censura, despidos, chantaje, demandas por difamación, contratos oscuros con dueños de medios o periodistas.

7. Alcahuetería corporativa o empresarial. El Estado se convierte en el mayor patrocinador de los medios de comunicación con presupuestos descomunales, otorgados con discrecionalidad.

8. Sicariato mediático. Algunos periodistas informan o escriben columnas de opinión de apoyo sin admitir que tienen contratos o asesoran al dictador. El chantaje periodístico hunde personas u organizaciones y convierte al villano en prohombre mediante “engrases”, comprando ideas y silencios.

9. El goteo de mentiras y verdades a medias. No se publica lo desfavorable y lo favorable se exalta gracias a la publicidad.

10. El simulacro democrático. Se trata de conservar un simulacro de oposición para justificar el “juego democrático”.

Este decálogo es una película ya vista y sufrida. Y la lección aprendida debe reflejarse en la férrea vigilancia a la salud democrática expresada en el balance de poderes.

El Perú tiene una democracia históricamente frágil y no puede conceder rendijas que permitan “dictaduras de peluche” ni más príncipes de Maquiavelo.