El mundo no fue igual después del 11 de septiembre tras el derribo de las torres neoyorquinas. Tampoco fue igual después del colapso de la Unión Soviética. Lejos en el tiempo, el oscurantismo nació de la caída del imperio romano.
Las guerras, hambrunas y pestes entre otros males, marcaron cambios disruptivos en la larga marcha humana.
Hoy, los Estados no se enfrentan entre sí. Todos combaten contra un enemigo súbito, diminuto, invisible. Una amenaza que pone al planeta a la defensiva. La seguridad multidimensional es más evidente que nunca en el sentido de que la razón de ser de la seguridad es la persona humana.
En las guerras convencionales, fueron los ejércitos quienes en primera fila llevaban el esfuerzo principal y los médicos el escalón de retaguardia para cuidar a la población, atender heridos o confirmar las muertes. Hoy son la vanguardia junto a enfermeras, obstetras y técnicos de enfermería en una batalla como todas, con necesidades superiores a las disponibilidades. Los ejércitos cuidan las ciudades y a la población.
¿Quiénes son los Mariscales de Campo en esta guerra? Los políticos elegidos por el pueblo. Presidente, gobernadores y alcaldes principalmente, tienen que liderar con planes y logística adecuada para no perder la batalla nacional. La logística no gana guerras pero puede hacer perderlas.
Paradojas de la historia. De la nación en armas de siglos atrás, hoy la nación vuelve a ser bastión y masivamente debe participar, acuartelándose en casa.
No puede ganarse una guerra sin soporte logístico y enfoque estratégico. Por cada batalla que ganes perderás otra, diría Sun Tzu. Alemania, como muchas veces, viene ganándola en proporciones y su énfasis estuvo en prevenir e incrementar el número de UCIs, respiradores y equipos de protección personal (EPP).
Como en la guerra convencional hay que precisar que este enemigo es vulnerable al distanciamiento social. Debemos todos, luchar “hombro a hombro” para mantener distancias no contaminantes. En lugar de salir a los campos de batalla en dispositivos estratégicos, aquí lo estratégico es confinarse en casa. La estrategia no puede fallar para que la táctica tenga sentido.
Mirando escenarios venideros, requerimos crear fuerzas de reacción rápida que serán equipos médicos altamente móviles que puedan desplazarse donde aparezcan focos invasivos, una vez amainada la ola. La inteligencia estratégica debe estar vigilante a la microbiología como una posibilidad mixta de desarrollo y amenaza. ¿La biotecnología solo dependerá de la ética humana?
Demostrado esta que no solo las bombas nucleares paralizan a un estado y al mundo. ¿Alguien gana geopolíticamente en esta guerra de generación cuarentena? Por el momento todos perdemos.
La población una vez más, es el campo de batalla y juntos ganaremos la guerra.
Un “codazo” y a cuidarse.