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4 de diciembre de 2019

El narcotráfico y la empresa privada


Más de 580 mil personas mueren en el mundo por sobredosis en el consumo de estupefacientes y algunas decenas de miles más lo hacen por la violencia derivada del tráfico ilícito de drogas. La Guerra de Siria en ocho años costó 371 mil vidas, es decir las drogas hoy matan más que las guerras.

Unos 300 millones de personas consumen drogas de diversos tipos y la cocaína es consumida por 20 millones de personas. Si lo llevamos al plano de la oferta y la demanda, la ecuación sine qua non de una economía de mercado, no caben dudas que el gigantesco mercado estimula la oferta.

Para satisfacer esta demanda, el mundo produce 2,000 toneladas de clorhidrato de cocaína y el Perú responde por el 25% de esa producción.

De otro lado, la Fuerza Pública que ha incrementado el decomiso, destrucción de pistas clandestinas y “captura” de avionetas (no pueden derribarlas) palidece cuando al final del día el stock productivo y de exportación ha crecido y se ha diversificado de manera constante.

Si antes se requería 378 kg para sintetizar un kilo de cocaína, hoy se hace con 250. En cada hectárea se siembra hoy el doble de plantas que antaño y por si fuera poco, la asiática Amapola se expande y bordea las 1,000 hectáreas. Tiempo entonces de replantear estrategias que en las últimas décadas han sido similares y tiempo de rescatar la soberanía del uso de la fuerza en nuestro espacio aéreo.

Se debe hacer investigación y desarrollo sin ninguna duda no solo para encontrar derivados útiles de la hoja de coca, sino para optimizar los métodos de combate. La contención demanda una fuerza microespecializada de alcance nacional, bien equipada y remunerada y se debe frenar la expansión de la amapola urgentemente. No cabe dudas además que la sustitución de cultivos dio resultados importantes y hay que potenciarla.

La investigación y desarrollo es una gran oportunidad para que Estado y empresa sumen esfuerzos y logren sinergias que impidan que el Perú derive en un narcoestado. Por ello hay que saludar que CADE 2019 haya considerado este “problema retorcido” como uno de agenda pues afecta a todos y en particular a niños y adolescentes utilizados en sus procesos. Juntos, todo se puede.