En tiempos de Hugo Chávez con petrodólares a discreción y sin miramientos, se crearon organizaciones de acrónimos sugestivos siendo en realidad cascarones y si algún relleno tenían, eran cascajos del Foro de Sao Paolo. Lula y Chávez y sus hermanos putativos Evo Morales, Kirchner, Rafael Correa y más tarde Humala, fueron los más entusiastas para engendrar siglas como: ALBA, CELAC, Unasur y utilizarlas para fines obscenos como respaldar el fraude original de Maduro.
De un lado, el maniqueísmo comunista del encuadramiento para lo cual generan organizaciones utilitarias y de otro el rechazo a organizaciones continentales, influenciadas por EEUU, dieron lugar al intento de ensamblar con goma a doce países en torno a una visión poco compartida. La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) nació en 2008 sin identidad política y parafraseando a Kissinger, con un homogeneizador sexy: el dinero venezolano, abundante y regalón.
Unasur no tenía unidad de propósitos. Divagó entre espacio de integración y de unión económica, social y política, para terminar como veedor de elecciones. La unión política es un imposible con Maduro y sus seguidores quienes siguen viendo al socialismo del siglo XXI como la panacea. Estos regímenes fracasaron urbi et orbi y trajeron muertes, odio, resentimientos, hambre, migraciones, corrupción, supresión de libertades y vulneración de derechos humanos en general. Unasur era un ensayo de marchar juntos a ningún sitio.
Unasur pretendió construir una identidad sudamericana sin considerar que la identidad propia en muchos países es deuda pendiente; así, una supraidentidad es casi sueño de opio. Paradójicamente si existen asuntos que pueden generar objetivos comunes mirando al futuro: dictaduras ligadas al narcotráfico, migración, pancorrupción, trata de personas, contrabando, terrorismo y más. Ellos pueden aglutinar esfuerzos, sin burocracias gigantescas y costosas.
Más de cinco años sin reuniones presidenciales y sin secretario general, siete estados se retiraron casi de golpe. Pero el tiro de gracia y deslegitimación sin retorno llegó de manos de Humala quien lideró el respaldo a la elección fraudulenta de Maduro.
Locales pomposos en Quito y Cochabamba, quedan como testigos de energías divergentes, de pretenciosos aprendices de hegemones, sin autoridad moral. También queda, el mal recuerdo de gastos millonarios para nada. RIP Unasur.
Del lado del Pacífico, Chile, Perú, Colombia y México idearon la Alianza del Pacífico, un organismo práctico, funcional, alineado a políticas y economías similares. Los resultados hablan del acierto.
Ante la caída de Unasur, aparece como alternativa Prosur que fue bautizado antes de nacer y busca rescatar espacios de integración que la franquicia “Lulochavista” no logró. Sus objetivos son equivalentes, por lo tanto la diferencia estará en el método que no deberá ser ideologizante y que conduzca a otro fracaso.
Prosur puede ser útil en momentos en que cualquier ente, puede ser mejor que el chambón Unasur.