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28 de agosto de 2024

Chancay y la diosa Oportunidad (Expreso)

 La mitología griega representaba a la diosa Oportunidad como una hermosa mujer, calva, con un mechón en la frente que aparecía velozmente y quizá una vez en la vida. Cogerla del mechón era la ocasión única o la perderías para siempre. De ahí aquello de “la oportunidad la pintan calva”.

Si el megapuerto de Chancay lo hubiese construido el MTC o algún ente del Estado, el proceso estaría paralizado por el túnel, por los cerros a demoler o cualquier subterfugio de empresarios que se habrían tumbado los procesos. Y, casi sin dudarlo, la corrupción ya habría duplicado su costo. Chancay es mérito de personas visionarias que entendieron la oportunidad y lo mejor que hicieron los gobernantes de los últimos 15 años fue no impedirlo.

Sin haberlo planeado, pues nuestros “burócratas de 9 a 5” no hacen planificación estratégica, su inauguración será en vísperas del bicentenario de la batalla decisiva que selló nuestra independencia y la de América entera. Y el entorno es el ideal: el Foro APEC, que por vez tercera cobija al  Perú con presencia de presidentes de las economías más potentes del mundo.

Será excepcional que la silenciosa lucha por la preeminencia portuaria en el Pacífico Sur se dé entre dos puertos peruanos. Hoy el Callao es el primero, por sobre Guayaquil, Buenaventura, San Antonio o Valparaíso. Chancay absorberá una cuota importante de carga del Callao, pues sus ventajas competitivas lo hacen único e indisputable, y el Perú solo puede ganar.

Chancay se ubica a menos de 80 km de Lima, digamos, en las narices de la capital más poblada del Pacífico Sur, pero, como siempre, los gobernantes no ven más allá de las narices. Sin tren de cercanías ni autopistas idóneas, una vía Panamericana con rompemuelles, semáforos y paraderos de “combis” desenfrenadas son la antítesis del buen transporte. Tampoco existen las grandes vías de penetración modernas hacia la sierra y selva, lo cual, con este gobierno, también es demasiado pedir.

Hace unas semanas, el gobierno, en un hipo de lucidez, ofreció una zona económica especial para Chancay y alrededores, lo cual es bueno, pero, simultáneamente, observó la ley equivalente para Áncash en Chimbote (ZofraChimbote), con argumentos totalmente rebatibles, en una incoherencia presidencial absoluta y desdén por decir lo menos.

Los megapuertos en el mundo son cobijados por grandes ciudades portuarias y, como diría un funcionario chancayano, Chancay es solo una “caleta portuaria” que mira con preocupación una explosión demográfica migratoria sin precedentes. ¿Cómo solucionar el déficit en conectividad, seguridad, salud y más en el corto plazo? Con decisión política, un gran plan estratégico y obras por impuestos, hoy el más eficiente de los procesos.

Es una oportunidad para industrializar y no seguir siendo penosamente primario exportadores, una oportunidad para exigir y aprovechar la transferencia tecnológica, una oportunidad para el gran salto en generación de millones de empleos. Oportunidad para despertar y compartir una visión con objetivos nacionales claros.

La diosa Oportunidad ha llegado y en noviembre, con la inauguración del megapuerto, quizá empiece a escabullirse dejando atrás un halo de confusión. Chancay será el epicentro del comercio marítimo y solo decisiones transformadoras, y no milagros, podrán resolver la dramática ecuación entre caleta portuaria y ciudad portuaria.