Antes de la pandemia, el mundo crecía aceleradamente sin claridad hacia dónde. No había revista indexada que no publicase sobre Inteligencia Artificial, Blockchain, Big Data o Biotecnología. Todo ello no sirvió para detectar tempranamente que la espada venía desde la invisibilidad y no al corazón sino a los pulmones. Hoy, cuando todo está sellado tras mascarillas y cuarentenas, la humanidad es víctima de una sorpresa estratégica.
La prospectiva, creadora de escenarios, no advirtió la probabilidad epidemiológica. La Inteligencia estratégica distraída por terrorismos, guerras comerciales, geopolítica, no divisó el diminuto enemigo que avanzaba por líneas interiores. Líderes mundiales alertaron de riesgos sobre el género humano y fueron subestimados. Stephen Hawking, el científico británico, aludió a la probabilidad de que la humanidad desaparezca golpeada desde dentro ante el mutis global.
Hoy, la estrategia de inmovilización y distanciamiento social es útil para contener y evitar el colapso de la capacidad instalada de salud. Un gambito para ganar tiempo a cambio de restricciones sociales, mientras el mundo innovador y disruptivo encuentre la solución definitiva; sea vacuna o tratamiento directo. Hasta mientras, salvemos vidas.
¿Qué hacer por estos días?
Acelerar los procesos de toma de muestras. La lentitud y escasez agudizan el contagio. Ejemplo: a una región con más de un millón 100 mil habitantes, ¿Cómo asignarle 4,300 pruebas rápidas? Insuficiente absolutamente.
El sistema de inteligencia no fue predictivo a pesar de las evidencias en China. Debemos implementar la Inteligencia estratégica de salud urgentemente.
La disciplina, marca el ritmo de avance y control de la pandemia. Hay regiones que asimilan y cumplen disciplinadamente las ordenanzas y otras complacientes y ello genera más muertes.
Descentralizar el poder es imprescindible pero multiplicar los procesos no. Sin empoderamiento es imposible la contención.
La guerra nuclear, química y bacteriológica existe como conflicto de alta intensidad. La nuclear tiene controles severos y la bacteriológica que incluye virus, merecen atención no equivalente. Es tiempo que desde el Consejo de Seguridad de la ONU, el Perú alce la voz a nombre de la humanidad.
El futuro inmediato va a demandar especialidades cruzadas. Más militares-médicos y más médicos-militares. Especialidades duales que siempre caminaron juntas y la pandemia las vuelve a juntar. Debemos fortalecer los sistemas de reservas. Necesitamos tener grandes reservas de paramilitares y paramédicos.
El “hombre es el arma” es un aforismo de las fuerzas especiales pues un hombre o grupo pequeño de personas pueden causar daños letales a fuerzas muy grandes. En esta pandemia, el hombre viene siendo arma letal, pues solo uno puede desencadenar una gigantesca red de contagios y muertes. Finalmente, será también el hombre quien encuentre el arma medicinal que derrote a esta amenaza humana y esperemos no sea tarde.