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26 de febrero de 2020

El Andahuaylazo


Fue el asesinato vil de cuatro policías por humalistas, quienes capturaron la comisaría de Andahuaylas y se apropiaron de casi un centenar de armas del Estado peruano para deponer a un presidente constitucional que entonces, nadie suponía, era el pillo que hoy sabemos.

Fue la continuación más violenta de otro episodio infame en Locumba en circunstancias coincidentes con la fuga de Montesinos en el velero Karisma, que incluyó el secuestro de tropas, armas, vehículos y otros pertrechos militares que la clase política, increíblemente, con “ley express” perdonó y estimuló la siguiente aventura fatal.

Fue también un evidente desembalse de odios reprimidos, frustraciones personales, extremismo, aventurerismo: ¿qué sale de esto? Y si hoy su mentor dice no ser culpable quizá quiera decir: culpables son quienes me inocularon el virus del autoteismo, del “supinismo ilustrado”.

El Andahuaylazo son también familias destrozadas por quienes sabían lo que iniciaban, pero no sabían cómo salir de la aventura. Ni cómo reparar el daño humano ocasionado. Escucho a padres y familiares de los policías asesinados cargar con el dolor y las cicatrices en el alma que nunca nada ni nadie remediara. Ese es el producto del humalismo y el Andahuaylazo.

También el Estado deberá revisar su marco legal para que hechos similares no pasen por agua tibia sino sean erradicados del escenario nacional. Menos, llamarle asonada política, intento político, aventura política. ¿Qué diferencia hay entre el tiro de gracia que asesta un humalista a un policía, con lo hecho por un terrorista de SL o del MRTA contra la Policía, las Fuerzas Armadas o la población nacional? Ninguna.

Hoy quieren, 15 años después, desvirtuar una realidad incontrovertible en tanto vista por la televisión, reportada por la radio y juzgada por los órganos competentes con informes y abundante detalle. Esa negación de la realidad busca camuflar y confundir un hecho reprobable como un acto político, culpando además al Estado en una clara maniobra de huir de sus actos para crear falsos mártires y buscar el poder que es lo que siempre buscaron a cualquier costo, aún el de la muerte.

Recordemos que en este episodio, su develación fue respetando sus derechos humanos a pesar de que asesinaron a cuatro policías que solo cumplían su misión constitucional. Las FFAA y PNP actuaron limpia y responsablemente y la justicia ya dijo su voz. Que se cumpla