El 12 de septiembre de 1992 cayó el monstruo del Marxismo-Leninismo-Maoísmo “Pensamiento Gonzalo” Abimael Guzmán, en una brillante operación del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) que concibió la “inteligencia operativa” o la combinación de inteligencia y acciones tácticas para acorralar a la cúpula terrorista y encarcelarla.
Alias “Gonzalo” vociferó que su captura era un recodo en el camino, proyectando la continuación del terrorismo. La simbología de señalarse la sien para indicar que cuando algo está en la mente no muere, fue un mensaje elocuente de cristalización ideológica, de la cual aún muchos no salen.
Décadas después, los jóvenes siguen siendo su objetivo. Su legado de atrocidades sobrevive entre quienes lo sufrieron y no entre los millennials o centennials cautivos del mundo cibernético y víctimas a su vez de problemas sociales como desempleo, desafección por el sistema político, frustraciones familiares o drogas y con poca disposición para auscultar la historia reciente. Peor, si nadie la promueve.
Las grandes organizaciones modernas buscan mentes abiertas, capacidad de creatividad e innovación, originalidad de propuestas, ímpetu, agilidad mental y también espíritu rebelde que, entre otras cualidades, proyecta la nueva hornada en un mundo con muchas revoluciones por minuto. Los políticos también buscan a los jóvenes y de manera recurrente estafan sus expectativas y lo hacen las fuerzas del mal: terrorismo, narcotráfico, mafias de trata de personas y otras lacras quienes necesitan del talento juvenil.
El neosenderismo o neoemerretismo tienen clara su consigna con la juventud y coadyuva a su propósito, la incapacidad del Estado por llevar adelante una campaña de lucha política e ideológica que ponga al terrorismo y sus tontos útiles en el lugar que le corresponde: el cuchitril de la historia.
El neoterrorismo vive y los vimos en Bagua, Moquegua, en el Valle de Tambo, recientemente incendiando infraestructura en Talara o en Islay generando violencia. Quien crea encontrarlos entre Abimaeles o Polays de los 90, está confundido. Hoy actúan embozados en cualquier protesta o crean frentes de defensa de cuanto sea.
La nueva generación de peruanos emergida a la caída de Guzmán y Polay, no fueron instruidos en la historia reciente y verdadera. Los terroristas infiltraron el Minedu para apalancar villanos como héroes, mientras los héroes como los comandos de Chavín de Huántar eran perseguidos. Pocas veces en la historia, los derrotados escriben página alguna en su historia nacional.
El Estado debe ir a colegios y universidades a enseñar la verdad y evitar que esta se manipule a discreción. El Ejecutivo y Legislativo, en lugar de fricciones inútiles y recurrentes, deben proyectar el futuro y evitar la vuelta en 360° del neoterrorismo. Este debe ser un objetivo nacional.