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1 de marzo de 2012

Tropas Especialistas para el Ejército


Los ejércitos según su composición de tropas, pueden ser de conscriptos o profesionales. El Ejército del Perú (EP) es uno de conscriptos pues alrededor del 70% de su componente humano, son soldados del servicio militar, que luego de dos años retornan a la vida civil en un proceso llamado licenciamiento. Justo, cuando han alcanzado un alto nivel en su formación militar.

El EP nació con el servicio militar obligatorio. En la práctica, siempre ha sido una institución de muy alta rotación de personal por el vaivén de captación, formación y licenciamiento. Este modelo que fue común a muchos ejércitos del mundo, ha sido corregido por muchos de ellos, pues no se puede continuar con un esquema disfuncional a la realidad de las amenazas que evolucionan al ritmo del cambio de la sociedad o quizá mas rápidamente.

La conscripción total, hoy resulta obsoleta por múltiples razones: la escaza capacidad de aprestamiento, esa cualidad de estar siempre listos, los costos de captación de reclutas en rincones alejados del país, el circulo vicioso de invertir recursos humanos y materiales para perderlos irremediablemente, la incapacidad de aprovechar la experiencia o que algunos licenciados terminen en bandas criminales, etc. El ejército de conscriptos fue solución en su momento y le debemos mucho a héroes conscriptos como el sargento Fernando Lores Tenazoa, el cabo Victor Pantoja, el soldado Reynaldo Bartra; y muchísimos otros, en el combate al terrorismo.

Son graves sin embargo, los niveles de ineficacia operativa en periodos de enlace entre licenciamiento y captación de nuevas contingentes. Los niveles operativos descienden, para reconstruirse escalonadamente y perderlos de nuevo en un quehacer insensato, donde el esfuerzo formador se esfuma, sin más.

Al cesar el servicio militar obligatorio, se inició el fin del modelo que hoy tambalea por una concurrencia de factores, desde el crecimiento económico con mejores oportunidades laborales, hasta la percepción de servir y arriesgar sin reconocimiento, ser enjuiciados o recibir una propina que habiéndose incrementado sucesivamente, es precaria, etc. Solo jóvenes que buscan alternativas de movilidad horizontal o vertical ven al ejército como opción. Bien para ellos. Pero muy malo para los fines de una fuerza con tareas sensibles de defensa nacional.

De otro lado, el avance tecnológico y las nuevas herramientas, demandan personas con mayor preparación y permanencia en filas de manera que la inducción y el entrenamiento tengan sentido y se pueda lograr lo mejor de cada uno y de cada equipo.

El 2009, se presentó un proyecto de tropas especialistas y fue aprobado en el Consejo de Seguridad Nacional, luego como proyecto del ejecutivo aprobado por la Comisión de Defensa. El pleno del congreso lo aprobó por unanimidad y el presidente promulgó la ley 29417 que establecía 30 días para su reglamentación. Parecía que la urgencia se había entendido.

El nuevo esquema visa un 50% de tropas especialistas que brinden continuidad y permanencia, permita recuperar la indispensable capacidad de apresto, aprovechar la experiencia por no menos de quince años, otorgarle derechos laborales, brindarles un plan de carrera, permitir que los más competentes puedan acceder a ser suboficiales y continuar su proyecto de vida, etc.

Para variar, la reglamentación fue rechazada por el MEF a pesar que el EP tenía presupuestos para aquel y el siguiente año, pues este esquema privilegiaba la calidad de tropas sobre la cantidad de las mismas y se podían optimizar presupuestos reduciendo algún porcentaje de conscriptos y con ello también reducir el problema de captación de reclutas. Todo ello sigue congelado.

Por un lado, la vergonzosa e irresponsable aversión de algunos funcionarios del MEF a temas de defensa, pero también la falta de continuidad de procesos y perseverancia en el sector defensa y ejercito donde cada jefe quiere imprimir su sello a su estilo y medidas.

Que el brusco despertar de Kiteni, Kepashiato y alrededores, no solo sirva para despedir ministros. Ojalá que de los síntomas, pasemos a las soluciones de fondo.