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9 de octubre de 2024

La paz es hija de la disuasión (Expreso)

 La necesidad de comprar aviones para equipar la Fuerza Aérea del  Perú ha generado controversias, como cada vez que se quiere adquirir herramientas para que la Fuerza Pública (FFAA y PNP) cumpla con su misión constitucional. Unos por desconocimiento, otros por error de apreciación y, lo peor, algunos extremistas por consigna, pues andan al acecho de un Estado débil para capturarlo, y las FFAA sólidas son un obstáculo a su propósito.

Existen organizaciones que han estudiado los hechos de guerra en la historia de la humanidad durante miles de años. Correlates of War Project, por citar una, ha determinado que en 5 mil años hubo solo 300 años de paz relativa, es decir, alrededor del 6 % de la marcha humana, o visto de otra manera, cada 50 años se produce una gran guerra.

No existe la paz perpetua per se, sino como conquista humana. Lo que existen son Estados perpetuos que, para sobrevivir, deben actuar estratégicamente y comprender que la mejor garantía de paz es la disuasión. Un Estado con FFAA disuasivas tiene la paz asegurada, ergo, equiparse responsablemente equivale a conquistar la paz. La irresponsabilidad de no hacerlo en el pasado la pagamos con vidas, territorios u otros activos nacionales, una verdadera tragedia.

Todos los seres vivos, desde los unicelulares hasta los seres humanos, tenemos sistemas de defensa que nos permiten vencer las amenazas y sobrevivir. Cuando esas defensas (sistemas inmunológicos) fallan, somos víctimas seguras. Lo mismo sucede con los Estados, que cual organismos vivos requieren mecanismos de defensa fuertes y permanentes que no pueden fallar, pues la víctima será la nación, lo que incluye a las generaciones que nos siguen.

“Si no tenemos guerras, ¿para qué queremos armas?”, dicen unos. Otros, más clásicos, repiten el falso gambito: “¿Cuántas escuelas u hospitales dejaremos de construir si compramos un avión o un buque?”. Obviamente, no todos entenderán prima facie la importancia de la defensa estratégica, pero es bueno remarcar que el periodo de vida de una persona es demasiado corto para comprender la dinámica de paz y guerra entre Estados. No falta dinero para desarrollo y seguridad en paralelo; faltan gestores honrados.

El incremento del déficit fiscal es otra premisa, y este se corrige con mayor recaudación. Hace más de 30 años se habla de ampliar la base tributaria, y esa oferta devino en simple retórica. También se puede reducir el gasto burocrático, como las consultorías, que en 10 años costaron más de 47 mil millones de soles, y las decisiones derivadas de esos asesores o consultores originaron fiascos como la refinería de Talara, el gasoducto del sur y tantos proyectos fallidos que quintuplican en monto cualquier futura inversión en defensa.

Dos aspectos deben quedar muy claros: primero, la necesidad de transparencia en las adquisiciones; si bien existen secretos de Estado, los contratos deben contemplar cláusulas anticorrupción (ISO 37001) que no cuestionen las necesidades de la defensa con actos de corrupción; segundo, emplear el sistema offset o de comercio compensado que conlleve inversiones en el Perú para generar empleo y transferencia tecnológica. Esto último es moneda corriente en este tipo de transacciones.

Siempre, una Fuerza Armada disuasiva será un seguro y el mejor aval para garantizar 100 años de paz.