La hambruna, las guerras y las pestes asolaron a la humanidad a través de su larga marcha y la muerte humana era secuela y ni siquiera estadística.
Y fueron causantes de millones de muertes en épocas en que los dioses y los brujos en sus diversas expresiones, mágicamente “salvaban vidas” o aceleraban muertes.
Hoy la hambruna, según Yuval Harari, un investigador del futuro y analista del pasado, autor de Homo Deus, ha sido desplazada y son más los congéneres que mueren por males de obesidad que por hambre aun cuando este último es dramático en muchos países particularmente africanos.
Las guerras han amainado en su versión convencional y han mutado a “franquicias” no estatales de gran violencia. La tecnoguerra tiende a reducir el número de muertes y quedan atrás las guerras centenarias que significaron millones de muertes en ese afán humano de pelearse entre sí por cualquier motivo que dieron en llamarse intereses nacionales.
Las pestes, otra de las grandes amenazas de las cuales la humanidad escapó gracias a las ciencias médicas para proyectarse hasta nuestros días, le costó millones de muertes al ser humano, en pandemias imposibles de frenar.
Resulta paradójico que el crecimiento de la medicina haya sido por saltos precisamente en las guerras y grandes crisis humanas. Hoy, la medicina es vanguardia científica y ayuda a prolongar la expectativa de vida del ser humano, sin ser aún solución temprana a amenazas inesperadas.
La peste española de hace 100 años fue una pandemia que causó la muerte de entre 40 y 50 millones de personas y en épocas lejanas, el efecto de las pestes fue incontrolable y los pacientes sin antibióticos ni medicinas modernas solo esperaban el desenlace.
Hoy el Covid-19 en pandemia plantea retos y en nuestro caso no debe propagarse a lugares sin agua y con servicios de salud precarios pues la letalidad sería gravísima.
Cualquier restricción de libertades hay que asumirla sin egoísmos pues de nuestra conducta dependerá la salud y vida de nuestros vecinos y connacionales.
Por ahora, hay que quedarse en casa y los mayores de 60 años, a vacunarse contra el neumococo. Sin salud no hay nada.
Este es un gran reto para movilizar al estado bostezante, hay que aglutinar esfuerzos y tensar todas nuestras potencialidades. Tiempo de pasar de la palabra a la acción, tiempo en que los políticos deben deponer egos para pensar más en el pueblo y en especial en aquellos más frágiles.
De esta amenaza debemos salir más unidos como nación y más fuertes como estado. No hay opciones terceras; es imperativo unirnos para vencer a la par de prepararse para otras pandemias. La microbiología crece y los riesgos crecen también.
Los peruanos unidos todo lo podemos.