Sin prenderle velitas a Confucio ni imputarle responsabilidad al entorno, Colombia creció 6.4 % el primer semestre, el más elevado de la región.
Con casi 50 millones de pobladores, Colombia es el segundo país más poblado del subcontinente con un ingreso per cápita cercano a los 10,000 dólares. Es considerado un país de territorio grande, similar al Perú, aun cuando su densidad poblacional alcanza 42 habitantes por Km2 mientras que en Perú es de solo 25.
Bogotá su capital, se ubica en posición central lo que desde un enfoque geopolítico es una fortaleza, pues la sede del poder debe irradiar influencia en 360º y no absorberla. En Colombia este precepto funciona pues la capital comprende la sexta parte de la población nacional y su descentralizado desarrollo, tiene polos importantes como Cali y Medellín ciudades con más de dos millones de habitantes o Barranquilla con más de un millón.
Cuenta con acceso a dos océanos, que es la envidia sana de cualquier país con pretensiones de potencia. Ello le brinda ventajas competitivas comerciales que pocos países latinoamericanos tienen, salvo México y los pequeños países centroamericanos.
El puerto de Buenaventura en el Pacifico, el más importante del país, se complementa con los de Cartagena, Barranquilla y Santa Marta en el Caribe. Casi todos con certificación ISO 9001 (calidad) y se ubican próximos a uno de los ejes marítimos más importantes del mundo, el que cruza el Canal de Panamá. Ello facilita el comercio y sin duda abarata costos.
El puerto de Barranquilla en el Caribe es clave, pues se proyecta hacia el heartland colombiano vía río Magdalena y sus 990 kilómetros navegables de los 1500 que posee. Un río de navegabilidad y caudal parecidos al río Napo peruano, pero de un impacto estratégico que el nuestro no tiene hoy.
Posee uno de los sistemas democráticos más estables y perseverantes pese a la violencia que en momentos difíciles puso en riesgo su supervivencia como estado. La última vez que vivieron una dictadura en el siglo XX, fue la del general Rojas Pinilla entre 1953 y 1957. Desde entonces ha prevalecido su compromiso con la democracia como sistema de vida y de gobierno.
Su clase política adoptó severas decisiones cuando la violencia alcanzó picos de amenaza a su sociedad. Triplico el tamaño de su fuerza pública y posicionaron la seguridad como inicio y término de un proceso generador de confianza, inversiones, desarrollo y bienestar y más seguridad. Eso sí ejemplarmente, los políticos asumieron la defensa del estado poniendo el pecho cuando algunas operaciones militares riesgosas tuvieron los contrastes propios de variables que muchas veces no se manejan.
El Plan Colombia y más de 7 mil millones de dólares de inversión, les ha permitido avanzar en el combate al narcotráfico reduciendo sus sembríos de coca y expulsándolos principalmente a Perú y Bolivia. Expresión también de falta de una política regional para combatir el crimen.
Colombia nunca dejo de apostar por la inversión y hoy produce más de un millón de barriles de petróleo diarios, solo superado por Venezuela y Brasil. Sus proyecciones petroleras son optimistas y pueden dar el gran salto junto a una minería que se redescubre con posibilidades.
La inversión extranjera directa, aquella que demanda confianza y supone compromiso de largo plazo, supera el 30% de su PBI, mientras en el Perú flota entre 17% y 22%. El tamaño de su población e ingreso per cápita, son convincentes en la competencia por atraer inversiones, como parte de una lucha económica que no se debe ignorar pues todos los países aspiran a invertir más.
Su inversión pública es convincente, particularmente en infraestructura. Nueve proyectos viales denominados de cuarta generación (4G) comprenden una gigantesca red de carreteras modernas, integradoras y facilitadoras del trasporte personal y mercancías. Nuestra casi centenaria carretera central tiene dos carriles y sin proyección concreta de acortarse vía túneles por indecisiones políticas.
En los últimos cuatro años han triplicado su presupuesto en ciencia y tecnología que bordea el 1% de su PBI, comparado al 0.5 chileno y el lamentable 0.15 peruano. No les va bien en las pruebas PISA y el daño en educación expresado en un índice de analfabetismo más alto que el peruano, es uno de las rémoras del longevo proceso de violencia terrorista.
Colombia acelera su crecimiento pero su verdadero potencial se verá cuando aseguren la pacificación. No caben dudas que será un poderoso imán y dependerá mucho de su clase política que como la nuestra suele agitarse y polarizarse, pero Colombia tiene la madurez que 60 años continuos de democracia le confiere.
¿Qué podemos aprender de esta Colombia que despierta y anda? Primero, el realismo con que han construido confianza a pesar de una paz elusiva. Segundo, han enfrentado las sobre regulaciones y sobre costos laborales con coraje, dos temas polémicos pero no rehuíbles que abre las puertas a las inversiones, incluso peruanas. Tercero, la claridad para entender que la inversión en infraestructura es una prioridad y urgencia para cualquier país. Cuarto, saber desprenderse de vecinos incómodos y aliarse con quienes pueden sumar y no remolcar. Su desarrollo descentralizado con verdaderos polos de desarrollo fuera de Bogotá, su inversión en ciencia y tecnología y sus éxitos deportivos mundiales y olímpicos en diversas disciplinas, confirman que invierten en desarrollo humano y no solo en educación básica.Bien por Colombia y mucho por aprender.