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6 de diciembre de 2012

Diferendo, Límite y Perspectivas - Caretas


Las relaciones peruanas y chilenas van a encontrar mejores horizontes, cuando tengamos el coraje de confrontar no solo los síntomas sino las verdaderas causas de una visión antagónica que durante mucho tiempo nos puso de espaldas. Sin dudas vivimos momentos auspiciosos pero, para coincidir con Carlos Ominami de la Fundación Chile21, los negocios no lo son todo.  Podemos hurgar en el tiempo y encontrar antecedentes muy lejanos de diferencias desde tiempos de los Incas o de Diego de Almagro, pero las pugnas, injerencias, desentendimientos, etc., alcanzan su pináculo a partir de la Guerra del Pacífico.

Como consecuencia de esta guerra surgieron visiones antagónicas en nuestras sociedades, con brechas profundas que distanciaban y no permitían asomar a un camino común. Se habían construido dos culturas de casi rechazo mutuo con señaladas excepciones, situación que nunca fue considerada seriamente por los conductores políticos de ambas naciones. El ser y sentir colectivo de la sociedad peruana estaba lastimada ante una postura desdeñosa de la chilena.

De lo mas simple de entender: lo que para uno fue victoria, para otro fue inevitablemente derrota. Lo que  fue conquista de espacios, para el otro fue hurto de territorios. Lo que para uno era sembrar poblaciones y autoridad en nuevos espacios, para el otro tener que abandonar propiedades, desarticular familias, resignarse a perder todo o riesgo de ser aniquilado.

El saqueo que se “justificaba” en la victoria, para los peruanos fue contemplar el hurto de propiedades sobre la base de la superioridad de la fuerza ordinaria. Bombardear puertos y caletas, suponía consolidar victorias y restar posibilidades de recuperación, para el segundo era soportar muertes y heridos injustificables entre mujeres y niños pues los hombres o estaban en filas o habían muerto.

El llamado “repase” para no dejar heridos ni capacidad de recuperación del vencido, en uso atroz de la fuerza, para los peruanos ser testigos del desprecio por la vida al amparo superior de la bayoneta. La fuerza como factor de conquista y derechos. Se puede argumentar que la guerra es cruenta lo cual es cierto, pero un recuento histórico es imposible sin evaluar con crudeza la historia dolorosa que partió física y sicológicamente a dos pueblos.

Pongamos solamente lo mencionado en cada lado de la alforja y sumemos a manera de balance para entender por que el antagonismo ha dominado nuestras relaciones con pequeños espacios cordiales, insuficientes para una efectiva relación vecinal.

Por ello, Chile recela un irredentismo peruano que vise revancha y rescate de territorios pues el subconsciente admite que lo hecho engendro una cultura de profundo resentimiento. Perú desconfía del armamentismo chileno y la posibilidad del uso de la fuerza una vez mas. Anclados en esas posturas, los dos países sufren de desconfianzas y antipatías con la duda cabalgando ambos espacios.

En tales condiciones, la solución  al diferendo sobre limites marítimos no encontró receptividad en la política y diplomacia chilena perdiendo los dos pueblos una brillante oportunidad para la solución directa de controversias y Perú debió  recurrir a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), órgano de justicia de las Naciones Unidas (ONU), amparado en el derecho internacional y en búsqueda que ese organismo defina el limite marítimo entre los dos países. La ONU establece que las denuncias ante la CIJ no suponen inamistad sino búsqueda de soluciones pacificas a controversias entre estados.

Por estos días se desarrolla la fase oral y en unos meses la CIJ dictara sentencia. Los  máximos lideres de ambos países han expresado su compromiso de acatamiento lo cual marca una diferencia significativa con lo que sucede entre Nicaragua y Colombia. La solemnidad de los compromisos de respeto a los tribunales internacionales es muestra de gran madurez y empiezan a unir a Chile y Perú en un compromiso de cumplimiento de sentencias supranacionales y pedagogía en respeto al derecho internacional.

La sentencia y su implementación marcaran el punto final de un proceso y el inicio de otro. Finalizar el camino de delimitación, debe suponer el inicio de una mayor integración y complementación de dos países que tienen en Tacna y Arica dos ciudades en una sola unidad geoeconómica, con movimiento de personas en ambas direcciones que puede alcanzar los 5 millones de pases en un año. En una realidad así, hay mucho por hacer aceptando que las relaciones de ambos, empieza por estos dos pueblos.

Los meses que vienen demandan madurez, buena comunicación, serenidad en cualquier escenario. Hay que creer en el compromiso de las máximas autoridades de cada país. Implementemos la sentencia y empecemos a mirar el mar que nos vincula con la Gran Asia, con ojos y esperanzas comunes.