El avance tecnológico y las nuevas herramientas demandan personas con mayor preparación y permanencia en filas.
Los ejércitos, según su composición de tropas, pueden ser de conscriptos o profesionales. El Ejército del Perú (EP) es uno de conscriptos pues alrededor del 70% de su componente humano son soldados del servicio militar, que luego de dos años retornan a la vida civil en un proceso llamado licenciamiento. Justo, cuando han alcanzado un alto nivel en su formación militar.
El EP nació con el servicio militar obligatorio. En la práctica, siempre ha sido una institución de muy alta rotación de personal por el vaivén de captación, formación y licenciamiento.
La conscripción total, hoy resulta obsoleta por múltiples razones: la escasa capacidad de aprestamiento -cualidad de estar siempre listos- afectada con la alta rotación, los costos de captación de reclutas en rincones alejados del país, el círculo vicioso de invertir recursos humanos y materiales para perderlos cíclicamente, la incapacidad de aprovechar la experiencia o que algunos licenciados terminen en bandas criminales, etc.
El ejército de conscriptos fue solución en su momento y le debemos mucho a héroes conscriptos como el sargento Fernando Lores.
Son sensibles los niveles de ineficacia operativa en periodos de enlace entre licenciamiento y captación de nuevos contingentes.
El EP nació con el servicio militar obligatorio. En la práctica, siempre ha sido una institución de muy alta rotación de personal por el vaivén de captación, formación y licenciamiento.
La conscripción total, hoy resulta obsoleta por múltiples razones: la escasa capacidad de aprestamiento -cualidad de estar siempre listos- afectada con la alta rotación, los costos de captación de reclutas en rincones alejados del país, el círculo vicioso de invertir recursos humanos y materiales para perderlos cíclicamente, la incapacidad de aprovechar la experiencia o que algunos licenciados terminen en bandas criminales, etc.
El ejército de conscriptos fue solución en su momento y le debemos mucho a héroes conscriptos como el sargento Fernando Lores.
Son sensibles los niveles de ineficacia operativa en periodos de enlace entre licenciamiento y captación de nuevos contingentes.
Modelo tambalea
Al cesar el servicio militar obligatorio, se tambalea el modelo por una concurrencia de factores. Solo jóvenes que buscan alternativas de movilidad horizontal o vertical ven al ejército como opción. Bien para ellos. Pero muy malo para los fines de una fuerza con tareas sensibles de defensa nacional.
De otro lado, el avance tecnológico y las nuevas herramientas demandan personas con mayor preparación y permanencia en filas de manera que la inducción y el entrenamiento tengan sentido y se pueda lograr lo mejor de cada uno y de cada equipo.
El 2009 se presentó un proyecto de tropas especialistas y fue aprobado en el Consejo de Seguridad Nacional, luego como proyecto del Ejecutivo aprobado por la Comisión de Defensa. El Pleno del Congreso lo aprobó por unanimidad y el presidente promulgó la ley 29417 que establecía 30 días para su reglamentación. Parecía que la urgencia se había entendido.
El nuevo esquema visa un 50% de tropas especialistas que brinden continuidad y permanencia, permita recuperar la indispensable capacidad de apresto, aprovechar la experiencia por no menos de quince años, otorgarle derechos laborales brindándoles un plan de carrera, permitir que los más competentes puedan acceder a ser suboficiales y continuar su proyecto de vida, etc.
Para variar, la reglamentación fue rechazada por el MEF a pesar que el EP tenía presupuestos para aquel y el siguiente año, pues este esquema privilegiaba la calidad de tropas sobre la cantidad de las mismas y se podían optimizar presupuestos reduciendo algunos conscriptos y con ello también reducir el problema de captación de reclutas. Todo ello sigue congelado.
El brusco remezón de Kiteni, Kepashiato y alrededores, debe servir no solo para cambiar personas, sino para pasar de los síntomas a las soluciones de fondo.
Al cesar el servicio militar obligatorio, se tambalea el modelo por una concurrencia de factores. Solo jóvenes que buscan alternativas de movilidad horizontal o vertical ven al ejército como opción. Bien para ellos. Pero muy malo para los fines de una fuerza con tareas sensibles de defensa nacional.
De otro lado, el avance tecnológico y las nuevas herramientas demandan personas con mayor preparación y permanencia en filas de manera que la inducción y el entrenamiento tengan sentido y se pueda lograr lo mejor de cada uno y de cada equipo.
El 2009 se presentó un proyecto de tropas especialistas y fue aprobado en el Consejo de Seguridad Nacional, luego como proyecto del Ejecutivo aprobado por la Comisión de Defensa. El Pleno del Congreso lo aprobó por unanimidad y el presidente promulgó la ley 29417 que establecía 30 días para su reglamentación. Parecía que la urgencia se había entendido.
El nuevo esquema visa un 50% de tropas especialistas que brinden continuidad y permanencia, permita recuperar la indispensable capacidad de apresto, aprovechar la experiencia por no menos de quince años, otorgarle derechos laborales brindándoles un plan de carrera, permitir que los más competentes puedan acceder a ser suboficiales y continuar su proyecto de vida, etc.
Para variar, la reglamentación fue rechazada por el MEF a pesar que el EP tenía presupuestos para aquel y el siguiente año, pues este esquema privilegiaba la calidad de tropas sobre la cantidad de las mismas y se podían optimizar presupuestos reduciendo algunos conscriptos y con ello también reducir el problema de captación de reclutas. Todo ello sigue congelado.
El brusco remezón de Kiteni, Kepashiato y alrededores, debe servir no solo para cambiar personas, sino para pasar de los síntomas a las soluciones de fondo.