En una partida de ajedrez, un gambito permite ceder piezas para ganar una mejor posición. El ajedrez geopolítico mundial se juega todos los días, con cambios constantes. En este escenario, las relaciones de poder en su dimensión geográfica no pueden ser la excepción.
Hay una enorme verdad en la sentencia de Henri Jomini, un estratega del siglo XIX, quien develó que la historia registra ejemplos de potencias que sucumben por desidia frente a un principio fundamental en la vida de los estados: “un estado declina en la medida que permite el desmesurado crecimiento de un rival…”
EEUU sigue siendo la primera potencia mundial y si bien la OTAN y Europa son de sumo interés, hoy su prioridad está en el Pacifico y en Asia concretamente.
Asia, con el 60% de la población mundial es el continente más grande y poblado del orbe. Cinco países tienen evidente capacidad nuclear, alguno no lo evidencia y otros están en vías de serlo.
A diferencia de Europa en que las potencias nucleares son socios, los países asiáticos tienen marcada independencia e incluso tienen agenda propia en el tema y por cualquier vía Atlántico o Pacifico, EEUU se encontrara con la Rusia nuclear de siempre.
Irán, el cuarto productor de petróleo en el mundo, es promotor de Hezbollah en el Medio Oriente, país nuclear en ciernes y alguno de los líderes iraníes visitó reiteradamente Latinoamérica en periplos por el eje Bolivariano que suscitaron justas interrogantes.
El uso de la fuerza en Irán habría sido contraproducente. Aglutinar aliados y sostenerse en una guerra polarizadora es difícil y salir de ella más aún, además el escenario global del momento no es el mismo que aquél de los 90. A pesar del arrebato de Israel, principal aliado y afectado por Hezbollah, EEUU juega un ajedrez realista que Hans Morgenthau aplaudiría. Como es realista también la gestión que viene realizando del viejo problema cubano.
Que algún país extremista pueda obtener y consiguientemente emplear capacidades nucleares en atentados terroristas es algo preocupante para Occidente y el mundo. La sospecha no probada que Irak lo tuviese, originó dos guerras de consecuencias ya conocidas.
No es que EEUU carezca de fuerzas para buscar soluciones directas con Irán. Le preocupa más alentar la consolidación de ejes eurasiáticos y por tanto antepone la estrategia diplomática con vasto apoyo, y neutraliza aun temporalmente a un Irán de claro soporte ruso y eventualmente chino y de otros.
Tampoco será un sello distintivo de EEUU apelar sólo a soluciones diplomáticas. Pero, actuar en función a las circunstancias con pragmatismo calculador, puede ayudar a alejar las amenazas sobre su territorio continental.
¿Debe Latinoamérica preocuparse por los vínculos iraníes con el régimen totalitario de Venezuela? Ciertamente. Cualquier alianza evidente o soterrada de regímenes dictatoriales y extremistas puede afectar los intereses nacionales de los estados vecinos y poner en cuestión la paz interna y regional.
Venezuela no solamente es amigo de Irán y de Rusia, lo sería de grupos extremistas de diferente laya que al final tienen vínculos globales que pueden acechar y crear inestabilidad interna en otros estados. Miremos con ojos desconfiados y realistas lo que pasa en el mundo y en nuestro vecindario. Después de todo, los estados suelen ser independientes del bien y el mal, Maquiavelo dixit. Y algunos pueden ser más amorales que otros.