Solo veinte años atrás, era impensado que Perú y Ecuador puedan vivir la experiencia integradora de la que hoy ambos países hacen gala. Lejos quedaron las fricciones de cien años, donde ambos países perdieron vidas y otros recursos, alimentados por odios sin sentido. Hoy al mirar al futuro, ganan las dos naciones y principalmente sus poblaciones fronterizas.
El largo camino hacia la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ), se inicia realmente en Santiago, donde se negó la posibilidad de encontrar la solución directa a una situación inicua en el mar litoral que Perú buscó con reiteración. Muy poca empatía para enfrentar y solucionar en común situaciones injustas más allá de los negocios.
Desde el Punto Concordia hacia el norte, más de 600 kilómetros de nuestro litoral, no tiene amplitud de mar de 200 millas en un hecho realmente innoble. Perú, uno de los países impulsores de la tesis de las 200 millas marítimas, tiene al sur de Tacna “playa seca” o territorio sin mar. Cuando joven, nunca entendí bien porque desde Ilo, podía verse navíos chilenos en el horizonte cercano. Claro que la actual, es una situación injusta
Inicialmente en Chile calificaron la decisión como “hecho inamistoso” pero tampoco se podía esperar que ante una demanda todos sonrían. Por fortuna una vez aceptada mutuamente la jurisdicción de la CIJ, los ánimos mejoraron hasta alcanzar muestras de madurez en ambos estados. Lo inexorable de la decisión de la CIJ, debe ser cabalmente entendido como final pues no hay otra instancia.
No es fútil lo que se sentencia en la CIJ. Ese día, el órgano máximo de las Naciones Unidas encargado de impartir justicia entre estados, hará conocer su veredicto y definirá el límite marítimo con Chile desde el Punto Concordia y según el Derecho del Mar. Un límite no inferido, sino en derecho. Referido con coordenadas, distancias, mapas, etc. Tan exacto como la tecnología lo permita, pues es definitivo.
El área en controversia y que debe circunscribir el límite marítimo, comprende una superficie total de más de 65 mil kilómetros cuadrados. Algo más que la superficie del departamento de Arequipa. Un área sin duda muy importante. Obviamente esperamos ganar, no solo porque no tenemos “nada que perder” como se comenta en ambos países, sino porque el derecho está claramente de nuestro lado. La pregunta formulada por el magistrado marroquí Mohamed Bennouna, en plena fase oral respecto a que si en 1952-54, se podría haber trazado límites marítimos hasta las 200 millas fue muy elocuente.
Muy difícil argumentar que acuerdos anteriores, tripartitos, de amplitud marítima o convenciones de navegación puedan pasar como tratados limítrofes. Será pues la CIJ quien decida el límite marítimo y la jurisprudencia al respecto muestra indicadores claros de respeto al derecho internacional propugnado por la Convención del Mar, que es a la que el Perú apela.
Ningún país podrá culpar al otro de nada. Acaso ambos países nunca tuvieron el liderazgo visionario necesario para enfrentar los problemas oportunamente y buscar soluciones. Ni se consideró lo determinante de la inflexión natural del litoral desde inclinado en el Perú, hasta perpendicular en Chile respecto a los meridianos. Configuración que solo mediante una línea equidistante puede hacer equitativo un límite marítimo.
Tomando el caso ejemplar de las actuales relaciones con Ecuador, es posible también avanzar hacia nuevas formas de relación con Chile. Si hemos avanzado al punto que las inversiones en ambos lados de la frontera alcanzan juntos los 20 mil millones de dólares, superado el impase y con una agenda de futuro, las posibilidades para casi 50 millones de personas en los dos países pueden ser auspiciosas.
Vienen días de efervescencia informativa. Desde las declaraciones oficiales que deben ser de responsabilidad, hasta las cernícalas que poco responsables pretenderán arrancarle peras al olmo. La pronta implementación debe reducir espacios a intolerantes y apasionados, que por fortuna no son muchos. De ahí en adelante, la agenda de futuro puede tener los efectos sinérgicos que muy poco tuvimos.